- La Mariquita, la María Macaria, lejana pero inmersa en mi corazón.
- Mi abuela paterna la que me llevó a los libros y a los pájaros, mi Eleanor Rigby, la del Jardín Verde y la Casa Blanca.
- Mi Padre que lloré cuando mi abuela murió, aunque él 17 años antes, pero el orden de los decesos no altera el dolor tardío.
- Mi reina, María Reyes, con ese nombre quién no puede adorarla y llorar su ausencia. Hija de la Mariquita.
- Y su Anastasio que, con su asma eterna, me tocaba, sin aliento, todos los septiembres, con su inseparable armónica, Las mañanitas, el Danubio azul y Viva mi desgracia .
- Un marido, amoroso, tan perdido en el amor como en los celos.
- La Trinidad: casada, viuda y divorciada, pero virgen por su corazón o ¿sus mentiras?
Rincones invadidos por el lloro, los pájaros perdidos que se estrellan en los ventanales, romeros arrancados por cercanos y extraños.
Cosas: autos, bicicletas y navajas rojas, poemas, un disco duro con ¿todo tu archivo, tu cuento?
Pero no importa. Todos los días te levantas y reinventas tu historia. Sin pesar, sin dolor, sin maldad, con la esperanza de que las higueras florescan y te den sombra y paz.
2 comentarios:
CIERTO, MÁS LA VIDA NOS SIGUE, YO CREO QUE VA A SER DE TUS ESCRITOS MÁS PROFUNDOS, PERO TODO DEJA UN VALOR, TE FELCITO POR COMPARTIR TANTAS COSAS DE TAN ADENTRO.
Hay sabiduría en dejar ir las cosas perdidas mi querida sirena. Eres sabia. Hay quienes nos aferramos a lo que nos ha dejado ya. Ese es un dolor absurdo, tonto, sin sentido. Como aferrarse al deseo del reloj que no marca las horas.MMM Eres sabia.
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