Para Tayde y Cuco por esa familia tan maravillosa
Hasta mis 21 años, todos los puentes, vacaciones, asuetos los pasaba en la ciudad de León, con mis tíos y mis primos adorados. Ir a verlos era como una medicina que cura todo, pero de veras todo, y aunque había poco que hacer en la ciudad: el deportivo, el boliche, el cine con escasas películas, los bailes de graduación, lo mejor era la cocina de Tayde, ahí nos reuníamos a platicar y a reírnos. Esa cocina era nuestro oasis donde podíamos abrevar de esa medicina que nos ayudaba a sobrevivir nuestra “miseria tapatía”, que no era tal, pero como en León todo era magia, regresar a nuestra ciudad se convertía en una tragedia y la culpa la tenía mi tío Cuco que siempre nos animaba a quedarnos a vivir con el y nosotras que creíamos que si era posible, como inocentes palomitas, le pedíamos a mi madre permiso, y ella invariablemente nos contestaba con un NO rotundo, redondo.
Extendimos los beneficios de la medicina milagrosa a las amigas, que también gozaron de esa cocina y su milagroso remedio, que les compartimos para que gozaran igualmente de esos amorcitos adolecentes que nosotras encontramos ahí.
Vamos a León esporádicamente y seguimos viviendo esa magia cada que volvemos. Esa casa y esa gente no es un espejismo, es un oasis real que aún tiene de esa medicina que nos hace sentir felices y por eso, doy las gracias.
1 comentario:
Que bien está esa medicina, e slo mejor que te puede pasar, gracias por compartir, e intentemos traernos una franquicia de eso, jejeje, gracias niña.
Benjamin
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